lunes, 21 de mayo de 2012

A orillas del río se piensa mejor.


   Traigo hoy un poema con un aire bastante diferente a lo que he escrito hasta ahora. Quizás lo más prosaico y reivindicativo que se me pueda atribuir, no estoy muy seguro. Algunos de los temas tratados en el son más que sonados actualmente. Con otros como las alusiones a la venta de El grito, las bailarinas o el ya comentado suicidio de Virginia Woolf, he querido dar un toque más personal al poema.
   La pintura incluida, como no, es la obra maestra del Expresionismo El grito, de Edvard Munch. Me habría gustado utilizar alguno de los cuadros de bailarinas de Degas, pero creo que el de Munch era ineludible en esta ocasión. Prometo traer uno de los de ballet en las próximas actualizaciones.
   Disfrutad de la lectura :)


A orillas del río se piensa mejor.
O al menos, más.
Analizando el mundo olí el aliento de la muerte
La hipocresía y la decadencia.
¡Qué hipócrita soy yo, que aquí sigo entre papeles inocuos!
Tampoco llamaría depresión a este sentimiento que me embriaga
Sino nostalgia
Frustración
Impotencia
Vacío.
Es una bailarina con todas las uñas rotas
Que sigue bailando.
Es un dolor que disimulas hasta que no puedes más
Y rompes a llorar.
Es la cultura ninguneada.
Es el nazismo en el poder.
Es la generación mejor preparada comiendo estiércol.
Es El grito de Munch vendido a un multimillonario de mierda.
Pienso en el tiempo perdido
Y el tiempo que queda por aguantar
Y se me clavan las agujas del reloj en las vértebras.
Podría coger un puñado de piedras
Y llenar mis bolsillos
Y lanzarme a la corriente como hizo Virginia Woolf.
Pero yo no estoy loco
Ni soy tan cobarde
Ni soy tan valiente.


"La muchedumbre de martillo, de violín o de nube,
ha de gritar aunque le estrellen los sesos en el muro"
(Federico García Lorca)


Sebastián Blanco Portals


No hay comentarios:

Publicar un comentario