lunes, 30 de abril de 2012

La constante.


Como os prometí, hoy os informo de las novedades con http://delos90alextrarradio.blogspot.com.es/ o http://delos90alextrarradio.tumblr.com/ . Este miércoles 2 de mayo haremos un recital de poesía a las 22:00h en el bar Soul&Sombra de Santiago de Compostela. Espero que todo salga genial, porque como versa el blog del grupo, "desde el borde mismo del caos usamos la palabra para reivindicarnos, para reivindicar a la generación que no quiere perderse, que no quiere morir sin ser escuchada".  
La imagen es una fotografía de una calle de Santiago. Espero que disfrutéis la lectura :)


De todos los rincones de la calle me tuve que parar en este a mirar los ladrillos, vaya estupidez. Llevo todo el día buscando excusas para mencionarte, porque ¿de qué se supone que tienes que hablar cuando tu cabeza la ocupa por completo un único pensamiento? Esta nube gris de tormenta y recuerdos abarca tal porcentaje de mi cerebro que no he reparado siquiera en que estoy caminando por Santiago completamente sólo y no hay necesidad alguna de hablar y, por consiguiente, de mencionarte. Si acaso dibujar tu espalda en el aire de esta noche húmeda y pensar que puedo acariciarla, sin más, pero nunca hablar.
El Obradoiro incluso mejora con la lluvia, y correr por las calles de la zona vieja de noche, sin paraguas, saltando de charco en charco, es lo mejor que he hecho en los últimos meses. Son ganas de llorar y reír a la vez, no estoy muy seguro de cómo describirlo. Algo similar a un latigazo en la cara y un baño en el mar, es la velocidad, es la libertad, son las ganas de echar a volar. Me tiraría al suelo si no hubiera nadie a mi alrededor.
Por favor, solamente quiero pedirte algo. Ignórame. Pídeme que me vaya y no vuelva nunca, rómpeme la cara. No me dejes volver a entrar en tu vida, sé feliz, ódiame todo lo que puedas y más, no me hables ni me escuches ni me mires. Mátame si lo crees necesario, que esta noche estoy solo e indefenso. Acércate a esta calle y dispárame a los sesos. Pero prométeme algo. Promete no olvidar cuánto nos quisimos, que al fin y al cabo no somos más que memorias inconexas y siempre es bueno encontrar una constante.




¿Y si la muerte es la muerte
qué será de los poetas
y de las cosas dormidas
que ya nadie las recuerda?
(Federico García Lorca)



Sebastián Blanco Portals

martes, 24 de abril de 2012

Toda humilde beleza

Bienvenidos un día más a mi pequeño rincón literario. La entrada de hoy gira en torno a una pregunta: ¿existe algo más bonito que la costa gallega? Quizás me unan a nuestro paisaje unos lazos más fuertes que las propias olas, pero sin duda creo que la sensación de estar cerca del mar, olerlo, escucharlo, sentirlo... es indescriptible. Lo he hecho lo mejor que he podido, así que espero que lo disfrutéis :D 
  
De nuevo incluyo al final la traducción al castellano, para aquellos que no entiendan el gallego.

La pintura incluida en esta ocasión es obra de un pintor gallego, Urbano Lugrís: Isla.




Toda humilde beleza conflúe no mar, coma os ríos que levan música clara e cristalina dende as montañas.

O luscofusco na praia, cos pés debaixo da fría area do atardecer e o horizonte tinguido de xema de ovo e salmón, como unha capa de cor que cae polo borde do océano para dar paso á noite.

Toda humilde beleza comeza e remata nas ondas, fillas da lúa, que me acompañan no meu soño profundo no areal.

O espertar dunha mañá estival entre dunas, escoitando o son das gaivotas que sobrevoan a miña cabeza e se deixan caer en picado no manto azul.

O frío cortante nos nocellos ao introducir pouco a pouco os pés na auga, sentindo como o sol vai deizando paso a un novo abrazo de aquel que fai que o máis primitivo instinto humano sinta a súa chamada.

A sensación de liberdade, calma absoluta, e de novo un soño profundo que non fai outra cousa que facerme nadar máis e máis rápido. E o silecio ao parar, ao deixarte a flote nun mar do que xa non hai escapatoria, do que, se caíches algunha vez nas súas redes, xa non poderás volver a separarte xamais.

Toda humilde beleza conflúe no mar, todo mar galego me namora.



Toda humilde belleza confluye en el mar, como los ríos que llevan música clara y cristalina desde las montañas.

El crepúsculo en la playa, con los pies debajo de la fría arena del atardecer y el horizonte teñido de yema de huevo y salmón, como una capa de color que cae por el borde del océano para dar paso a la noche.

Toda humilde belleza comienza y acaba en las olas del mar, hijas de la luna, que me acompañan en mi sueño profundo en el arenal.

El despertar de una mañana estival entre dunas, escuchando el son de las gaviotas que sobrevuelan mi cabeza y se dejan caer en picado en el manto azul.

Toda humilde belleza va acompañada de un viento suave y refrescante que remueve mis cabellos a la vez que el sol abraza mi piel.

El frío cortante en los tobillos al introducir poco a poco los pies en el agua, sintiendo como el sol va dejando paso a un nuevo abrazo de aquel que hace que el más primitivo instinto humano sienta su llamada.

La sensación de libertad, calma absoluta, y de nuevo un sueño profundo que no hace otra cosa que hacerme nadar más y más rápido. Y el silencio al parar, al dejarte a flote en un mar del que ya no hay escapatoria, del que, si caíste alguna vez en sus redes, no podrás volver a separarte jamás.

Toma humilde belleza confluye en el mar, todo mar gallego me enamora.


"flor mareliña que entre espiñas chora,
ou das redes da a araña un tenue fío,
toda humilde beleza me namora"
(Antonio Noriega Varela)



Sebastián Blanco Portals

sábado, 21 de abril de 2012

Idilio sobre un campo de amapolas.


¡Hola de nuevo! 
Lo sé, las actualizaciones son lunes y viernes y hoy, técnicamente (son mas de las 00:00) es ya sábado. Por diversas circunstancias no he podido actualizar este mediodía así que... ¡más vale tarde que nunca!
El poema que os dejo a continuación no es más que lo que se puede deducir del propio título. Espero que os guste mucho y que no dejéis de visitarme :)

El cuadro incluido esta vez es Campo de amapolas en un valle de Giverny, de Monet. Los colores y la técnica hablan por sí mismos. Es realmente genial.

Me gustaría mencionar de nuevo al blog Brise le Cliché , que además de haberme ayudado en la creación de Palabras para Ofelia, me realizó esta semana una sesión fotográfica con la temática de Ego, el relato de mi anterior entrada. Os recomiendo que lo visitéis, merece la pena.


¡Fue tan idílico tenerte
sobre un campo de amapolas!
Nos gastamos las gargantas entre risas y silencios.
Nos miramos como dos enamorados furtivos
que se observan por primera vez en la intimidad de la noche.
Nos quisimos más de lo que las nubes quieren a Galicia.
¡Fue tan bucólico observarte
sobre un prado de amapolas!
Nos escondimos entre las altas hierbas.
Nos recostamos en el paisaje, nos contemplaron las hormigas
mientras  cargaban con sus migajas de pan.
Me gusta observar a las hormigas, y después besarte.
Me gusta que las abejas te asusten
y que te rías de mi torpeza y mi rubor
y que me claves tus dedos y tus fantasías
y que me apartes el pelo y me acojas entre tus brazos y me digas te quiero.

Me gusta no despertar nunca de este ensueño.
Cuando me desvelo, tú ya has desaparecido.


"Noche es el día hasta que verte no consigo;
día las noches que soñando estoy contigo"
(William Shakespeare)


Sebastián Blanco Portals

lunes, 16 de abril de 2012

Ego.


   Aquí estoy una vez más con una nueva entrada. Prosa espontánea esta vez, salida sin más de mi mente y traspasada a los dedos que pulsan las teclas. Verdades relativas, pensamientos personales... puedes calificarlo del modo que quieras, pero al final todo concluye en una reflexión, quizás no demasiado original, pero sí personal y representativa de mi propia identidad. La verdad es que hacía tiempo que les tenía ganas al tema del ego y al mito de Narciso, pero no había pensado en combinarlos en un mismo relato. 
   Para qué mentir de nuevo, principalmente lo que deseaba publicar ya en este blog era el cuadro que hay a continuación, de nuevo del británico Waterhouse. Su título es Echo and Narcissus, y siento decir esto en un blog de literatura, pero no existen palabras que definan con exactitud su perfección.
   Espero haceros disfrutar con la lectura. ¡Nos vemos en la siguiente entrada!




Lo noto, ya está aquí. Es el Ego.

Trepa por mi médula espinal, ataca desde dentro, cuando menos lo espero. Se inyecta en mi cerebro, me nubla la vista y me marchita los sentidos.

No es más que un engaño, una ilusión, una vaga distorsión de la realidad. Pero está ahí, por unos instantes, días, quizás permanezca en mis entrañas durante siglos: la perfección. Soy infinitamente superior a todo cuanto me rodea. Nada puede siquiera intentar compararse a mí, pretender alcanzar tan perfecta condición. Soy lo mejor que tus malditos ojos han contemplado en toda su existencia.

¿No lo notas tú también? Me refugio en invenciones para protegerme del mundo que me oprime, que me infecta, que me aplasta. Estoy enfermo de rabia, estoy de odio hasta el cuello. Me estoy ahogando. Y, de pronto, un extremo me arrastra al contrario. Me dedico a mí mismo las cosas bellas que nadie me dice, y las termino admitiendo. No sólo las admito, las dogmatizo. Soy un fanático del autoconsuelo, un idólatra del egocentrismo. Soy Narciso.

Mi final llega, al igual que el del efebo del mito, al verme reflejado. Y no me vuelvo loco de amor, ni es día hoy de metamorfosis esporádicas, sino que observo la verdad. Mi propia imagen me abofetea la cara, me escupe a los ojos. No soy tan perfecto como creía. Pero detrás de la gran verdad, dolorosa e hiriente, hay otras verdades, y hoy las he visto por vez primera. Soy yo mismo, un ser humano, una persona más, pero única al mismo tiempo. Soy perfecto a mi manera, y nadie puede negármelo. No intentes convencerme de lo contrario porque nada de lo que digas hoy podrá lastimarme. 


"Ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo"
(Friedrich Nietzsche)


Sebastián Blanco Portals

viernes, 13 de abril de 2012

Dieciocho minutos.

Hay momentos en la vida en los que nos sentimos especialmente decaídos por cualquier razón -o sinrazón-, en los que no nos apetece nada más que quejarnos de lo mal que nos va todo, momentos en los que nos gustaría gritar, llorar, romper platos, tirar el televisor por la ventana, quemar todos los apuntes de clase y, sobre todo, que se acabe el mundo lo antes posible. Creo que el poema que he elegido para hoy expresa bastante bien esas situaciones de las que hablo. 

He de decir que esto no se corresponde con mi estado de ánimo actual. Y es que amigos, hoy he estado leyendo a Nietzsche, y si por algo merece especialmente la pena este filósofo alemán es por su llamamiento al disfrute de la vida, a pensar que soportar los males merece la pena, a que de nuestra voluntad para vivir depende nuestra felicidad.

Y no solamente estoy feliz, sino que además... ¡Hoy es viernes! :D Eso incrementa la alegría de cualquiera, por muy amplia que fuese antes, pues comienza el fin de semana en el que habrá tiempo tanto para el estudio como para la fiesta, y quizás no tanto para dormir (detalles sin importancia...).

La imagen esta vez es un cuadro de John William Waterhouse, Ophelia (1889), y especifico la fecha porque el mismo pintor tiene varios cuadros de este personaje con tanto protagonismo en el blog. Pienso que la figura femenina creada por Shakespeare, enamorada de Hamlet hasta enloquecer y morir, es idónea para simbolizar el sentimiento del poema. Espero que lo disfrutéis.




No quiero mirar pero he mirado, y ahora es tarde.
Todo lo que antes no veía me estalla en la cara, pero no voy a mirar.
Mis pies siguieron al sol durante dieciocho minutos.
Dieciocho minutos en los que me senté en la hierba y me miraste.
Nos besamos y reímos como si estuviéramos al borde de un cataclismo.
Ya he mirado.
Veintitrés minutos han pasado ya y sigo aquí con la misma cara de imbécil.
Abro los ojos y no me he movido. Me encuentro en medio de ningún lugar,
mirando la porción de prado en la que dejamos nuestra huella.
Ha oscurecido ya y mis manos están entumecidas.
Tus palabras hacen más daño que el alcohol con que las digerí esta madrugada.
Y te tengo ahí pero no puedo mirarte.
Estás ahí y no puedo tocarte y abrazarte.
En dieciocho minutos me besaste los ojos, y cinco minutos más tarde
me los arranco de rabia y frustración para asimilar de una vez que te he perdido.
Pero una vez más he mirado, y no puedo hacer nada.
Respiro tu alma y te hago mío, etéreo espíritu de deseo imposible.
Quizás mañana ya no te quiera. Hoy me muero.





"porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro"
(Mario Benedetti)

Sebastián Blanco Portals

lunes, 9 de abril de 2012

El experimento.

   Aquí estoy otra vez con una nueva entrada. Y es nueva en todos los sentidos, ya que por primera vez comparto mi prosa en este blog. Se trata de un relato breve, podría decirse que una mezcla entre la total paranoia y la gran verdad, con trazas de El tragaluz, de BueroVallejo (hay obras que uno devora de forma tan estrepitosa y condensada que le dejan una huella imborrable) y cierta analogía con la película Olvídate de mí (si no la habéis visto, os la recomiendo). Esta película toma su título original, Eternal sunshine of the spotless mind, de un poema de Alexander Pope, al cual pertenece la cita escogida (como podréis observar, en España consideramos que era mejor ponerle un título cutre, que aquí lo profundo no vende). Ambos coinciden en que no hay aislamiento, oscuridad, silencio u olvido capaz de borrar ciertas cosas en la mente de una persona. Espero que lo disfrutéis.
   La imagen es un cuadro de Dalí, Noche en el hotel.
  Por último, y ya dejo a continuación la narración, me gustaría nombrar Laura Villar, que escribe en  http://lauradevillar.blogspot.com.es/  , y que es quien me introdujo en todo el mundillo de blogs y literatura en el que estoy ahora metido y se lo agradezco infinitamente, y a Adrián Millán, que me ha ayudado en temas de configuración y presentación de Palabras para Ofelia, y que dirige un blog de moda y tendencias que podéis visitar aquí: http://briselecliche.blogspot.com.es/ .






   Me han encerrado en una habitación oscura. Las paredes son tan negras como el extenso océano, al igual que el suelo y el techo. Ha sido acondicionada previamente de forma que ningún ruido del exterior pueda alcanzarme: es el más perfecto remanso de paz al que jamás he sido destinado.
   Por fin puedo pensar aquí, y no pensar en nada al mismo tiempo. No hay nada que me estimule. Oscuridad total. El único sonido que percibo es el que produce mi corazón al latir. ¡Qué hermosa tranquilidad! Levanto mis pies del suelo al ritmo de la música inexistente y camino hasta que me choco con la primera de las paredes: sin duda, es un espacio cerrado.
   Retrocedo entonces unos pasos y me imagino en el centro mismo de la estancia, donde tomo la decisión de acostarme. El suelo está frío, y mi interior se agita de pronto al rozarlo con las yemas de los dedos. Es liso y firme, suave, perfecto. ¿Serán en verdad las paredes negras o simplemente habrán apagado la luz? La duda me inquieta.
   Cojo el lápiz que llevo en el bolsillo y me pongo a escribir. Palabras inconexas, incoherentes pensamientos que brotan de mi mano. Escribiré por toda la pared hasta que choque con la contigua, y entonces seguiré escribiendo en esta. Nadie podrá leer nunca lo que he escrito porque las paredes son negras, ¿o no hay luz?
   Me miro los pies y no veo nada: es la luz la que falta. El testimonio de un pobre loco podrá ser visto en cuanto alguien encienda una cerilla. Un momento… Siempre llevo cerillas encima. Me dispongo a encender una, pero la caja se me resbala al cogerla y cae. Arrodillado, las palmas de mis manos tantean el suave, firme, liso pero frío suelo. No hay rastro de los fósforos. Sigo mi búsqueda a ciegas, y de pronto mis dedos se encuentran con algo diferente. Parece metálico y tiene forma cilíndrica. El índice corretea con el corazón hasta alcanzar la parte superior del objeto, e inevitablemente se introducen en él: es un bote de pintura.
   Mi mano está manchada y mi cuerpo no tarda en seguir su rumbo. Me quito la camiseta lentamente, y la dejo caer a la vez que me deshago de mis pantalones. Ahora la ropa interior. Estoy desnudo de vestimenta y desnudo del mundo. Es hora de desnudar también mi alma. Llevo las dos manos hasta el extraño intruso y las baño. Las encamino ahora a mi pecho descubierto y traslado la pintura de una parte a otra. Me toco todo el cuerpo hasta estar completamente cubierto de color, pero ¿qué color? Me gustaría saber si es azul lo que me cubre o es rojo. O negro, negro como el aire de la habitación. Pero no puedo saberlo así que me limito a pegarme a las paredes, y me restriego dejando mi huella en todo aquello que toco. Mis pies marcan el camino que sigo. No puedo parar de correr de un lado a otro llenándolo todo de esmalte. Vierto ahora el bote completo por el suelo, y ya he perdido el lápiz.
   Acostado una vez más, tras el breve momento de euforia, disfruto del silencio y la oscuridad. Pero el silencio se rompe y oigo algo, un leve murmullo, un sonido apenas perceptible que se diferencia de mis latidos: alguien está hablando. Habla demasiado bajo o está excesivamente lejos, pero habla. Cada vez habla más alto y claro, y empiezo a comprender lo que dice. Oigo tu nombre. Sea quien sea dice tu nombre. En el más absoluto silencio lo único que escucho es la misma maldita palabra una y otra vez.
   Me pongo a gritar y a agitarme, tirado sobre un manto de pintura. Quiero que pare, pero cada vez el volumen es mayor y apenas oigo mis propios quejidos. Empiezo a correr de nuevo y me golpeo contra las paredes. Necesito salir de aquí, quiero que acabe esta pesadilla. Y sigo escuchando tu nombre.
   En medio del éxtasis y la confusión, se abre una puerta al fondo y se enciende la luz de la habitación. Dos hombres entran y consiguen agarrarme para sacarme de allí. A lo largo de las paredes, blancas, un solo nombre. La pintura es negra. El experimento ha fracasado.





"The world forgetting, by the world forgot.
Eternal sunshine of the spotless mind!"
(Alexander Pope)

Sebastián Blanco Portals

viernes, 6 de abril de 2012

As Fragas do Eume


Ya estoy de vuelta con más poesía, esta vez más prosaica y comprometida que la anterior. Dejo la original en gallego en primer lugar y más abajo la traducción al castellano para los posibles lectores de fuera (espero que no haya quedado muy cutre, no soy muy amigo de las traducciones en poesía...).

El tema de hoy es el desastre natural que ha invadido los medios y los corazones de toda Galicia en estos últimos días: el incendio de las Fragas del Eume, la mejor muestra de bosque atlántico del mundo (o al menos antes de ser destruido). Espero que como mínimo logre llegar al interior de aquellos que me lean, y sobre todo que se encuentre al culpable de lo sucedido y que sea castigado por lo que ha hecho. 

La imagen incluida es una conmovedora muestra de lo sucedido que ha estado circulando por la red estos días. Desconozco el autor, pero no es mía, ni tengo derechos de copyright ni similares.

Espero que disfrutéis de la lectura y nos vemos en la siguiente entrada. ¡Un abrazo!



Unha bolboreta vai de flor en folla, de folla en palabra e de palabra en poesía.
Está nacendo un novo ser nos pés dun carballo, abre os pétalos de cor violeta vida,
miudiño detalle da fermosura dunha terra.
Máis de mil insectos colonizan o interior dunha árbore baleira,
harmonizados coas xentes do lugar, homes e natureza nunha íntima fusión.

Pero a primavera chegou seca e o río non leva caudal.
Non chove en Galicia, verde universo, non chove, e o vento morde o bosque ferido.
Alguén prendeu lume ao corazón do Atlántico, ao pulmón que nos da vida.
Os coellos buscan refuxio na terra e choran as xentes do lugar e de toda Galicia, choran.
A incipiente existencia púrpura consumiuse entre vermello e gris: morre o bosque.

Quen puido facer algo así? Quen foi capaz de mirar os ollos do castiñeiro e matalo?
As londras agáchanse na auga encinzada dos regatos baleiros,
Os bufos voan desorientados, berros no ceo, morte inevitable.
Anemone nemorosa, branco axóuxere da herba, pequena realidade.
As bágoas non son quen de afogalo e o lume avanza imparable da man do vento.

Todos os presentes temen que lles toque a eles mentres observan a morte da árbore:
comeza polas raíces e sube polo tronco deixando un manto negro e quente ao seu paso.
Segue avanzando por cada unha das pólas ata chegar as fráxiles e temerosas follas,
que tratan de resistirse ata que se desprenden da súa nai e saen voando, impulsadas.
Parece que emiten un berro agudo, que se axitan, que senten a dor da combustión.
E permanecen na súa suspendida convulsión ata consumirse por completo no aire.
E choran, choran os árbores e os animais, choran as xentes do lugar. Chora Galicia.



Traducción al castellano:

Una mariposa va de flor en hoja, de hoja en palabra y de palabra en poesía.
Está naciendo un nuevo ser a los pies de un roble, abre los pétalos de color violeta vida,
pequeño detalle de la belleza de una tierra.
Más de mil insectos colonizan el interior de un árbol vacío,
armonizados con las gentes del lugar, hombres y naturaleza en una íntima fusión.

Pero la primavera llegó seca y el río no lleva caudal.
No llueve en Galicia, verde universo, no llueve, y el viento muerde el bosque herido.
Alguien prendió fuego al corazón del Atlántico, al pulmón que nos da vida.
Los conejos buscan refugio en la tierra y lloran las gentes del lugar y de toda Galicia, lloran.
La incipiente existencia púrpura se consumió entre rojo y gris: muere el bosque.

¿Quién pudo hacer algo así? ¿Quién fue capaz de mirar a los ojos del roble y matarlo?
Las nutrias se esconden en el agua encenizada de los regatos vacíos,
los búhos vuelan desorientados, gritos en el cielo, muerte inevitable.
Anemone nemorosa, blanco adorno de la hierba, pequeña realidad.
Las lágrimas no pueden ahogarlo y el fuego avanza imparable de la mano del viento.

Todos los presentes temen que les toque a ellos mientras observan la muerte del árbol:
comienza por las raíces y sube por el tronco dejando un manto negro y caliente a su paso.
Sigue avanzando por cada una de las ramas hasta llegar a las frágiles y temerosas hojas,
que tratan de resistirse hasta que se desprenden de su madre y salen volando, impulsadas.
Parece que emiten un grito agudo, que se agitan, que sienten el dolor de la combustión.
Y permanecen en su suspendida convulsión hasta consumirse por completo en el aire.
Y lloran, lloran los árboles y los animales, llora la gente del lugar. Llora Galicia.


"El sol se desconoce.
Va, como un niño por los campos, 
deseando incendios."
(Leopoldo 'Teuco' Castilla)


Sebastián Blanco Portals

lunes, 2 de abril de 2012

Susurro a la primavera

Inauguro el blog con un breve poema a la primavera, ¡espero que os guste! Incluyo también la imagen de la cabecera, ya que ha sido doloroso verme obligado a recortar una obra tan buena de Jhon Everett Millais, por lo que aquí podréis verla completa.



Un velo de bruma y sombra cubre las calles esta mañana.
Te busco y no encuentro más que un denso manto gris.
Recorro de un lado a otro los callejones mojados
y apenas alcanzo a ver el final de mis pasos.
¿Dónde estás?

Llegaste al atardecer con amarillo brillo y púrpura sazón,
desprendías aroma a melocotón fresco y alegría anaranjada.
Me atrapaste entre tus brazos, me besaste con cálida ternura
y tan pronto como llegaste, desapareciste.
¿Dónde estás?

Tu palidez me deslumbró igual que ahora la niebla me impide verte
y añoro tu brisa rozando mi piel y tu respiración y la embriaguez
en que me sumerges, cerezo en flor, fruta prohibida.
Me obnubilas y me embelesas, y me sigo preguntando:
¿Dónde diablos estás?




"Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera" (Pablo Neruda)



Sebastián Blanco Portals