lunes, 16 de abril de 2012

Ego.


   Aquí estoy una vez más con una nueva entrada. Prosa espontánea esta vez, salida sin más de mi mente y traspasada a los dedos que pulsan las teclas. Verdades relativas, pensamientos personales... puedes calificarlo del modo que quieras, pero al final todo concluye en una reflexión, quizás no demasiado original, pero sí personal y representativa de mi propia identidad. La verdad es que hacía tiempo que les tenía ganas al tema del ego y al mito de Narciso, pero no había pensado en combinarlos en un mismo relato. 
   Para qué mentir de nuevo, principalmente lo que deseaba publicar ya en este blog era el cuadro que hay a continuación, de nuevo del británico Waterhouse. Su título es Echo and Narcissus, y siento decir esto en un blog de literatura, pero no existen palabras que definan con exactitud su perfección.
   Espero haceros disfrutar con la lectura. ¡Nos vemos en la siguiente entrada!




Lo noto, ya está aquí. Es el Ego.

Trepa por mi médula espinal, ataca desde dentro, cuando menos lo espero. Se inyecta en mi cerebro, me nubla la vista y me marchita los sentidos.

No es más que un engaño, una ilusión, una vaga distorsión de la realidad. Pero está ahí, por unos instantes, días, quizás permanezca en mis entrañas durante siglos: la perfección. Soy infinitamente superior a todo cuanto me rodea. Nada puede siquiera intentar compararse a mí, pretender alcanzar tan perfecta condición. Soy lo mejor que tus malditos ojos han contemplado en toda su existencia.

¿No lo notas tú también? Me refugio en invenciones para protegerme del mundo que me oprime, que me infecta, que me aplasta. Estoy enfermo de rabia, estoy de odio hasta el cuello. Me estoy ahogando. Y, de pronto, un extremo me arrastra al contrario. Me dedico a mí mismo las cosas bellas que nadie me dice, y las termino admitiendo. No sólo las admito, las dogmatizo. Soy un fanático del autoconsuelo, un idólatra del egocentrismo. Soy Narciso.

Mi final llega, al igual que el del efebo del mito, al verme reflejado. Y no me vuelvo loco de amor, ni es día hoy de metamorfosis esporádicas, sino que observo la verdad. Mi propia imagen me abofetea la cara, me escupe a los ojos. No soy tan perfecto como creía. Pero detrás de la gran verdad, dolorosa e hiriente, hay otras verdades, y hoy las he visto por vez primera. Soy yo mismo, un ser humano, una persona más, pero única al mismo tiempo. Soy perfecto a mi manera, y nadie puede negármelo. No intentes convencerme de lo contrario porque nada de lo que digas hoy podrá lastimarme. 


"Ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo"
(Friedrich Nietzsche)


Sebastián Blanco Portals

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